Hace menos de un mes cumplió los 79 y sigue tan locuaz como siempre. Omara Portuondo (1930) se presenta esta noche (20:30 horas) en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife con "Gracias". Así se titula el último CD de la intérprete cubana y así, con música, devuelve la habanera cada uno de los guiños que le hizo el universo de las artes durante los más de 59 años que lleva en los escenarios. Ernesto Lecuona, Rita Montaner, Bola de Nieve, Celia Cruz, "Cachao", Nat King Cole, Lucho Gatica... únicamente son siete de las muchísimas
estrellas que brillaron al lado de la "novia del feeling" desde que puso en circulación "Magia negra", su primer disco (1959).
-¿Orbitar cerca de artistas de tanto nivel debe ser como rozar el olimpo mitológico?
-Ja, ja (se ríe)... Digamos que he tenido mucha suerte de estar junto a ellos y al lado de otros que todavía no han sido nombrados.
-¿Qué le ha regalado el medio siglo de vida que ya le entregó a la música?
-¿Qué me sigue dando? (vuelve a reír) La posibilidad de estar cerca de artistas de una dimensión colosal, conocer países y ser la imagen de mi país. Me siento orgullosa de cada uno de los pasos que he dado en mi vida. Soy un trozo de Cuba para el mundo.
-D'Rivera, Pablo Milanés & Bebo Valdés, Gloria Estefan, el musical "Celia" o el joven Raúl Paz... Mucha y buena música de Cuba ha pasado por Tenerife en los últimos meses.
-Pues, entonces, sólo faltaba yo... Es un placer actuar en una tierra tan hermosa. No venía desde hace muchos años, creo que fue después de la película "Buena Vista Social Club". Hay tantas cosas que nos unen que es como si cantara en casa. Una simple guagua. Aquí y allá es una guagua; en otro lado es un bus (y vuelve a soltar una carcajada). Además, ustedes tienen una cosa que me encanta: "Tenderete".
-"Tenderete". ¿Le gusta?
-Es un programa que muestra la identidad del pueblo canario. Soy una fiel espectadora. Cuídenlo. No lo dejen morir porque es una parte de esta tierra que se está mostrando al mundo. ¡No lo pierdan!
-Hablando de señas de identidad, Bebo y Chucho Valdés han grabado "Juntos para siempre".
¿Un reencuentro para la historia?
-La mejor noticia que me dieron en lo que va de año. Hay tanto amor entre ellos que era imposible creer que nunca iban a grabar un álbum juntos. En "Gracias" hay un tema con Chucho -una canción creada por un hijo de Omara que se titula "Nuestro gran amor"- que es un regalo musical.
-¿Supongo que en su vida hay muchos de esos "regalos" de los que usted habla?
-Unos pocos. Mi piel está hecha de unos recuerdos musicales que aún colecciono. Siempre hay cosas por hacer y tiempo para continuar recibiendo sorpresas. Vamos, que me queda cuerda para rato y margen para seguir dando las gracias.
-¿Hay algo en "Gracias" que suena a homenaje a todos los que han estado a su lado en las seis décadas entregadas al mundo de las artes?
-Todo el CD. Quiero sonreír y ser feliz el tiempo que me queda por vivir. Lo que ha venido fue como sentir un hermoso sueño al lado de Compay Segundo, Chico Buarque, Ibrahim Ferrer, Rubén González y los nombres que ya han salido en esta entrevista... Hay más, aunque supongo que irán apareciendo.
-Dónde está el secreto, ¿en las ganas de vivir cosas nuevas?
-Hay ganas de cantar y cuando se canta se vive. Mi único tesoro son los aplausos y el cariño de la gente que escucha mis canciones. Es lo que más fuerza me da para esperar la llegada del día siguiente. Con mi público hay una historia de amor recíproco. Yo les he dado un montón de cariño y ellos me lo han devuelto. ¡Hay amor!
-¿Una buena noticia para los románticos?
-La mejor.
-¿Quedan muchos?
-Siempre hay buenos corazones por descubrir. Un tema que hable de amor nunca estará en crisis.
-¿Tampoco el bolero?
-Tampoco. Ni el flamenco, ni la canción tradicional cubana, ni una habanera... Si es bueno, es eterno.
-Usted antes de probar suerte en la música fue bailarina. ¿Es verdad que le daba mucha vergüenza mostrar las piernas?
-¿En aquellos años a quién no? Fue hace mucho tiempo y recuerdo que entré en el Tropicana porque una de las bailarinas se acababa de retirar. Yo iba a ver los ensayos de mi hermana (Haydée) y un día me propusieron una prueba. Pedí consejo a mis padres y me dijeron que bailar no era una cosa mala que se debía dejar para otra clase de personas. Lo que pasa es que yo siempre quise cantar. No obstante, fue una época muy bonita.
-¿Ha cambiado mucho el Tropicana?
-Ahora es más grande. Era una referencia cultural de la época y el lugar en el que deseaban actuar las estrellas. Celia Cruz, Rita Montaner y un montón de figuras musicales se beneficiaron de él, pero, a su vez, colaboraron con su talento a darle un prestigio universal que se ha alargado hasta hoy. ¿Cómo es el Tropicana de 2008? Diferente. Sigue siendo un punto de visita casi imprescindible para los que viajan a Cuba, pero hay recuerdos que son insustituibles.
-Otra vez Celia Cruz. ¿Alguna vez existió competencia entre la "reina" de la salsa y la "novia del feeling"?
-Nunca. Era tan buena cantante como buena persona. La vida nos separó, pero cuando nos veíamos en un aeropuerto o en una ciudad hablábamos con sinceridad de nuestras cosas. De Omara a Celia Cruz sólo había admiración, jamás dije nada que dañara su imagen.
-¿Las dos visiones culturales de la Cuba de los años 60, la que se difundía desde La Habana y la que se divulgaba en el exilio, condicionaron las relaciones entre los artistas?
-La política nunca pudo derrotar a la cultura. Los que nos quedamos y los que se marcharon de Cuba siempre mantuvimos unos lazos afectivos casi indestructibles.
-¿Pero hubo un ciclo "oscuro" que perjudicó más a los que se quedaron?
-Es verdad. Nadie puede negar lo que pasó en esos años, pero se seguía creando y grabando música. El aislamiento impidió mostrar al mundo lo que estábamos haciendo, pero tras la difusión de "Buena Vista Social Club" hubo cambios. En Cuba nunca nos faltó trabajo, pero es cierto que había países a los que no llegaban los ritmos que se hacían en La Habana.
-De vuelta a su carrera, ¿hay algún tema que usted mira con otros ojos? ¿Su "niña" bonita?
-"Veinte años". Fue mi primera canción. Con ella supe que quería dedicarme a la música. Tendría la edad que tiene mi nieta -Rossío colabora con su abuela en "Gracias" con "Cachita"- y fue el principio de todo. Antes, ahora y en el futuro hay que hacer las cosas que te corresponden. Los jóvenes traen buenas ideas y son los que tienen que defender la herencia que van a recibir. Lo único que hay que exigirles es respeto a las raíces.
estrellas que brillaron al lado de la "novia del feeling" desde que puso en circulación "Magia negra", su primer disco (1959).
-¿Orbitar cerca de artistas de tanto nivel debe ser como rozar el olimpo mitológico?
-Ja, ja (se ríe)... Digamos que he tenido mucha suerte de estar junto a ellos y al lado de otros que todavía no han sido nombrados.
-¿Qué le ha regalado el medio siglo de vida que ya le entregó a la música?
-¿Qué me sigue dando? (vuelve a reír) La posibilidad de estar cerca de artistas de una dimensión colosal, conocer países y ser la imagen de mi país. Me siento orgullosa de cada uno de los pasos que he dado en mi vida. Soy un trozo de Cuba para el mundo.
-D'Rivera, Pablo Milanés & Bebo Valdés, Gloria Estefan, el musical "Celia" o el joven Raúl Paz... Mucha y buena música de Cuba ha pasado por Tenerife en los últimos meses.
-Pues, entonces, sólo faltaba yo... Es un placer actuar en una tierra tan hermosa. No venía desde hace muchos años, creo que fue después de la película "Buena Vista Social Club". Hay tantas cosas que nos unen que es como si cantara en casa. Una simple guagua. Aquí y allá es una guagua; en otro lado es un bus (y vuelve a soltar una carcajada). Además, ustedes tienen una cosa que me encanta: "Tenderete".
-"Tenderete". ¿Le gusta?
-Es un programa que muestra la identidad del pueblo canario. Soy una fiel espectadora. Cuídenlo. No lo dejen morir porque es una parte de esta tierra que se está mostrando al mundo. ¡No lo pierdan!
-Hablando de señas de identidad, Bebo y Chucho Valdés han grabado "Juntos para siempre".
¿Un reencuentro para la historia?
-La mejor noticia que me dieron en lo que va de año. Hay tanto amor entre ellos que era imposible creer que nunca iban a grabar un álbum juntos. En "Gracias" hay un tema con Chucho -una canción creada por un hijo de Omara que se titula "Nuestro gran amor"- que es un regalo musical.
-¿Supongo que en su vida hay muchos de esos "regalos" de los que usted habla?
-Unos pocos. Mi piel está hecha de unos recuerdos musicales que aún colecciono. Siempre hay cosas por hacer y tiempo para continuar recibiendo sorpresas. Vamos, que me queda cuerda para rato y margen para seguir dando las gracias.
-¿Hay algo en "Gracias" que suena a homenaje a todos los que han estado a su lado en las seis décadas entregadas al mundo de las artes?
-Todo el CD. Quiero sonreír y ser feliz el tiempo que me queda por vivir. Lo que ha venido fue como sentir un hermoso sueño al lado de Compay Segundo, Chico Buarque, Ibrahim Ferrer, Rubén González y los nombres que ya han salido en esta entrevista... Hay más, aunque supongo que irán apareciendo.
-Dónde está el secreto, ¿en las ganas de vivir cosas nuevas?
-Hay ganas de cantar y cuando se canta se vive. Mi único tesoro son los aplausos y el cariño de la gente que escucha mis canciones. Es lo que más fuerza me da para esperar la llegada del día siguiente. Con mi público hay una historia de amor recíproco. Yo les he dado un montón de cariño y ellos me lo han devuelto. ¡Hay amor!
-¿Una buena noticia para los románticos?
-La mejor.
-¿Quedan muchos?
-Siempre hay buenos corazones por descubrir. Un tema que hable de amor nunca estará en crisis.
-¿Tampoco el bolero?
-Tampoco. Ni el flamenco, ni la canción tradicional cubana, ni una habanera... Si es bueno, es eterno.
-Usted antes de probar suerte en la música fue bailarina. ¿Es verdad que le daba mucha vergüenza mostrar las piernas?
-¿En aquellos años a quién no? Fue hace mucho tiempo y recuerdo que entré en el Tropicana porque una de las bailarinas se acababa de retirar. Yo iba a ver los ensayos de mi hermana (Haydée) y un día me propusieron una prueba. Pedí consejo a mis padres y me dijeron que bailar no era una cosa mala que se debía dejar para otra clase de personas. Lo que pasa es que yo siempre quise cantar. No obstante, fue una época muy bonita.
-¿Ha cambiado mucho el Tropicana?
-Ahora es más grande. Era una referencia cultural de la época y el lugar en el que deseaban actuar las estrellas. Celia Cruz, Rita Montaner y un montón de figuras musicales se beneficiaron de él, pero, a su vez, colaboraron con su talento a darle un prestigio universal que se ha alargado hasta hoy. ¿Cómo es el Tropicana de 2008? Diferente. Sigue siendo un punto de visita casi imprescindible para los que viajan a Cuba, pero hay recuerdos que son insustituibles.
-Otra vez Celia Cruz. ¿Alguna vez existió competencia entre la "reina" de la salsa y la "novia del feeling"?
-Nunca. Era tan buena cantante como buena persona. La vida nos separó, pero cuando nos veíamos en un aeropuerto o en una ciudad hablábamos con sinceridad de nuestras cosas. De Omara a Celia Cruz sólo había admiración, jamás dije nada que dañara su imagen.
-¿Las dos visiones culturales de la Cuba de los años 60, la que se difundía desde La Habana y la que se divulgaba en el exilio, condicionaron las relaciones entre los artistas?
-La política nunca pudo derrotar a la cultura. Los que nos quedamos y los que se marcharon de Cuba siempre mantuvimos unos lazos afectivos casi indestructibles.
-¿Pero hubo un ciclo "oscuro" que perjudicó más a los que se quedaron?
-Es verdad. Nadie puede negar lo que pasó en esos años, pero se seguía creando y grabando música. El aislamiento impidió mostrar al mundo lo que estábamos haciendo, pero tras la difusión de "Buena Vista Social Club" hubo cambios. En Cuba nunca nos faltó trabajo, pero es cierto que había países a los que no llegaban los ritmos que se hacían en La Habana.
-De vuelta a su carrera, ¿hay algún tema que usted mira con otros ojos? ¿Su "niña" bonita?
-"Veinte años". Fue mi primera canción. Con ella supe que quería dedicarme a la música. Tendría la edad que tiene mi nieta -Rossío colabora con su abuela en "Gracias" con "Cachita"- y fue el principio de todo. Antes, ahora y en el futuro hay que hacer las cosas que te corresponden. Los jóvenes traen buenas ideas y son los que tienen que defender la herencia que van a recibir. Lo único que hay que exigirles es respeto a las raíces.
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