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Los problemas nodales de la entidad se relacionan con la economía (desempleo, pérdida de poder de compra; aumento de precios; degradación de las condiciones de vida) y las expectativas se centran en que el gobernador promueva la creación de empleos, defienda mejores percepciones salariales y promueva el crecimiento de la economía; la manera en que Mario Marín ha enfrentado esos problemas ha dejado mucho que desear: cuando inició su gestión el 45 por ciento decía que lo hacía bien, hoy es sólo el 24 por ciento quien así lo afirma. Las opiniones positivas de ese gobierno llegaron a ser siete veces más que las negativas, hoy se ha invertido esa relación, aun así, los que aprueban la gestión suman 54 por ciento, 20 puntos menos que hace cuatro años.
La evaluación de las áreas del gobierno es negativa (salud y educación son las mejor valoradas); predominan las opiniones negativas sobre las acciones de gobierno en materia de empleo, pobreza, campo, corrupción, democracia, seguridad pública, educación y salud: al inicio de ese gobierno era el 56 por ciento el que decía que poco o nada hacía Mario Marín al respecto; hoy es el 68 por ciento.
Hay una valoración positiva de los atributos personales de gobernador, a quien siguen considerando un líder tolerante, capaz, cercano a la gente y preparado para enfrentar los problemas: antes eran cuatro de cada cinco quienes así lo percibían, hoy son tres de cinco. Hay otros atributos que se deterioraron más, como lo fueron la capacidad para gobernar, la confianza, la probidad y la honestidad: antes dos de cada tres decían que el gobernador las tenía, hoy es uno de cada tres quien lo afirma. La ciudadanía radicada en el municipio de Puebla reconoce que Mario Marín trabaja fuerte, hace obra y cumple compromisos; no acepta que haya dado coscorrones y se “echara un par de botellas” para congratularse con quienes cofinanciaron su campaña electoral.
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